At last








Llegaste a este mundo de manera lenta, tomándote todo el tiempo necesario para que tu alumbramiento fuera perfecto. Naciste mientras en Santiago habían 33°C de temperatura y tu papá terminaba de cotizar para Nestlé. Decidiste venir el día antes de la Licenciatura de tu hermana Amanda, haciendo que le importara cada vez menos la entrega del cartón de egresada de 4° medio.
Tu nacimiento fue rodeado de alegría, los médicos hacían chistes diciendo que eras colorina. Al lado derecho mío, estaba Anita, la matrona que hizo todo, realmente todo, para que fuera parto normal. Al lado izquierdo estaba tu papá, equilibrando la cámara entre la emoción y la preocupación de hacerme cariño. Algo más atrás estaba tu hermana Amanda, con su máquina sacando fotos y la boca abierta, sonriendo. Fue a la primera a la que besaste.
Y al fin llegaste. Perfecta. Frágil.
Gracias por permitirnos ser protagonistas de tu llegada a este mundo. Gracias por permitirme ser tu mamá y poder mirar la transformación de la cara de tu papá cuando te abraza y de ver cómo se apaga tu llanto cuando te acuna.
Gracias por darme otro motivo en las mañanas para ser feliz.
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