Está difícil...

...hacer otra cosa que no sea Laurear. Laura por la mañana, por la tarde y por la noche. Laura mientras como, mientras me ducho, mientras cocino.

Igual estoy feliz. Esta demasiado rica y la crianza es así, ya lo sabía: demandante, intensa, insomne.

- Laurita se ríe. Especialmente con el papá. Pato le habla y ella se rie y balbucea. Pato se derrite de amor y yo que me los como a ambos: a Lauri por deliciosa y a Pato por baboso. También se rie con la Mandi y con la Juani. La verdad es que se rie con todos, y conmigo menos. Supongo que será por que sabe que yo estoy ahí. Siempre. No necesita echarme risitas, ¿para qué? mi mamá debe estar. Y está.

- Laurita mañosea: a las 8 de la tarde, religiosamente todos los días. Le da por llorar y llorar. Le doy papa y no quiere, la bañamos. Eso le gusta, le encanta. La sacamos del agua y vuelta a llorar. Una vez lloró y mañoseó hasta las 10 de la noche. El pediatra nos dijo que a esa hora yo tengo menos leche, así que resolvimos llenarle una mamadera con mi leche y dársela. Llora igual, aunque un poquitín menos.

- A Laurita le fascina que le cante: Mi repertorio incluye The Beatles, Inti Illimani y Violeta Parra ("música comunista" como dice el Pato). ¿Las favoritas? She loves you yeah, yeah, yeah, All my loving, PS I love you, La Exiliada del Sur, Vuelvo, El Sacristán, La Jardinera, Run Run se fue pa´l norte.

- Laurita está regalona. Demasiado para mi gusto: Es que Pato la hace dormir en su pecho. Cada vez que puede. Eso quiere decir que desde el viernes al domingo la Lau toca bien poco la cama. Al menor ruidito, el Pato la toma. Obvio que ella cada vez que lo ve, le sonríe, si sabe lo que viene.

- Visitas entretes: Vino la mamá del Pato la semana pasada por el día, junto con dos japonesas. GE-NIAL. La Laurita se encargó de sonreirles y hablarles. Yo me encargué de disfrutar viendo a mi Pato japonesear todo el día. Habló japonés y actuó como japonés. Yo feliz. Me gusta escucharlo hablar ese idioma. De hecho el año pasado le pedí de regalo de cumpleaños que me hablara en japonés todo el día, aunque yo no entendiera. No me pescó. Con las japonesas fuimos a Patronato, pero sin duda lo mejor fue almorzar en un restaurant coreano. Si antes la comida india era mi preferida, ahora es la coreana.

Amo mi vida. Aunque está medio rutinaria y a veces mañoseo yo, igual soy feliz.