Susto

Ayer había tenido un día redondito. Pacientes hasta las 10 y luego reunión con el equipo del Chile Crece Contigo revisando estadísticas, riéndonos y hablando de los miles de casos que atendemos.

A las 16:30 voy al baño y me doy cuenta que estaba sangrando. Bastante.

"Voy a llamar a la matrona, Pato viaja a Concepción, voy a llegar a la casa, esperar que se vaya tranquilo y me voy a la clínica". Bajé y me fui donde la Natalie, la matrona de mi equipo, le conté y me dijo: "ándate a urgencia. De inmediato". Me dieron ganas de ponerme a llorar, todos se preocuparon, me fueron a dejar al auto. Llamé al Pato para contarle y que nos encontrábamos allá.

15 minutos me demoré desde Independencia hasta la Alemana. Lloraba por el camino, tenía contracciones que me dolían. Le hablaba a la guagua, que por favor se quedara, que la quería conocer, que no se fuera de mi.

Llegué llorando, y me estacioné al lado de las ambulancias. El guardia llamó a un camillero que me llevó en silla de ruedas hasta el cuarto piso y me dijo que le dejara el auto, que él se encargaba. Llanto y más llanto. El Pato no llegaba y yo no paraba de llorar. "Todo va a salir bien, dígale que no se apure, que no salga todavía, me decía". Apareció mi Pato tranquilizador. Entramos, me acosté en la camilla y sólo me hacía cariño, me miraba y me susurraba que todo iba a salir bien, que no era necesario angustiarme.

Llegó el doc de urgencia, sólo quería que me hiciera la ecografía y ver que mi guagua estaba bien. Y así lo estaba. "Latidos perfectos, se está moviendo, está muy bien". Respiramos aliviados. "Fue un desprendimiento de un trocito de la placenta. Reposo y mañana a ver a Mayerson".

La sensación de posibilidad de pérdida fue espantosa. Pensaba en qué pasaría si la perdía. Si la Laurita se nos iba tan chiquitita. De su pieza. De su nombre. De todos los recuerdos que ya hemos creado de ella, las imágenes en nuestros brazos, la juguera que compramos para hacerle comida. De sus zapatitos. De mi cuerpo cambiado para ella. De mi corazón más grande. De las manos de mi Pato cuando tocan mi guata.

Pero no. Ahí está y sólo nos hizo pasar un susto. Con 25 cm. ya me hizo llorar de miedo.
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