Pato


Este post está dedicado completamente a mi dulce compañero y papá de la Laurita.

Yo jamás en mi vida había conocido un hombre como él. Y debo admitir que he conocido bastantes. Tiene muchas cosas buenas (inteligente, cariñoso, discreto, respetuoso, leal, comprometido) pero sin duda tiene una cualidad que a mí no deja de conmoverme: su participación en las tareas domésticas. Criada yo en una familia bien machista, hombres como él no son fáciles de advertir.

Por ejemplo, Pato es quien se encarga de la cocina. Y no de esa manera como que "su hobbie es cocinar" que por lo general significa que hace platos ricos en algunas ocasiones. No. Pato es quien cocina de lunes a domingo, lava la loza, dispone de las compras, ordena y limpia. Y no contento con aquello, TODAS las comidas que sirve (las cotidianas, de lunes a domingo) son presentadas como de restaurant. Aunque sea un plato de lentejas. ¿Cómo no amarlo?

Además de todo, Pato es ordenado. Pero ultra ordenado. Todas las cosas en su lugar. Sin ser apestoso de maniático. Agreguémosle a esto que con el embarazo y la presencia de no-se-qué- hormona, mi memoria está cada vez más frágil. Tomo un vaso y lo dejo en cualquier parte. El teléfono en el refrigerador, mis remedios en la terraza. Y no es broma. ¿El?, sonríe pacientemente, recoge mis olvidos, ordena mis desastres. Porque además estoy más torpe. Se me caen los vasos, la comida y los papeles.

Con esto de mi reposo absoluto (y mi vida como en un "Reality" como me dice la Amanda, porque estoy encerrada y observada) Pato es quien ha tenido que hacer todo. Y lo hace feliz. Se levanta al alba, hace desayuno, se ducha, ordena, deja encaminado el almuerzo y se despide con un beso antes de ir a dejar a la Mandi al colegio. Me escribe mensajes cariñosos por messenger y llega a la 1 a ponerse delantal y traerme almuerzo gourmet. Con todo esto, ¿es posible no amarlo?
Por esto, y por mucho más, este post va dedicado a ti.
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